martes, 7 de febrero de 2012

El Salsódromo

El pasado viernes estuve en un salsódromo.
No es una palabra despectiva, si en Brasil bailan samba en un sambódromo, esto, a todas luces era un salsódromo.
O sea, era un local donde la gente va a bailar salsa. Y sólo salsa.
No....que un rato bailan salsa, y luego reguetón, y más tarde ritmos caribeños.
No. Sólo salsa.
Y si estuviéramos en una zona geográfica donde "autóctonamente" todo el mundo baila salsa, ( como la Samba en Río) pues no sería nada raro, pero es que yo vivo en Getxo, con TX, y aquí, el día de Santa Águeda para más INRI, lo normal es vestirse de vasquito, con medias gordas de lana beige, camisa negra tipo Olentzero, pantalón mil rayas o azúl albañil, y makila o palo de madera con cuerditas rojas, blancas y verdes, y salir a pasear por el pueblo cantando altzandunaigunagatedeuna....eeeuuuuú!!!!! en euskera.
Así que verme en un local lleno de gente que para nada llevaba medias gordas, y ni mucho menos makila con cuerditas fue sin lugar a dudas....pintoresco.
Yo no es que sea una salsidista activa, es decir, que no me gusta la salsa particularmente, pero tampoco soy salsófoba con lo que puse toda mi atención en lo que allí veía para intentar atender, aprender, y sobre todo enterder cómo gente con pinta y cara de bailar un aurresku, de pronto se transforma al oír unos compases y comienza a mover las caderas y a dar bolatines como una peonza, sin terminar en el suelo despatarrado (bueno, ellas si se despatarraban un poco, pero todo bajo control).
Primero he de decir que como siempre, la diferencia entre hombres y mujeres era tremenda.
Ellos parecía haber salido de casa a tomar una copa en cualquier bar de la zona. Pantalón vaquero, sudadera, y zapatillas. Solamente los que luego hicieron baile de exhibición se pusieron pantalón prietillo, camisa morada,de seda, con chorreras, abierta hasta el ombligo y sin solución de continuidad con el fajín y el pantalón ( hasta el punto de no saber si eran una sola pieza) y zapatos de tacón cubano.
No pongáis esa cara, que fue la que puse yo, porque en su defensa diré que los flamencos van bastante parecidos ( con el sombrero Cordobés pero parecidos) y los del aurresku llevan alpargatas.
Así que su pinta era la que correspondía para su actuación.
Cosa diferente son las mujeres.
Ahí va la feminista, me diréis, y es verdad, soy un poco Cristina Almeida, en vez de Arraibi en estas cosas, pero me saca de quicio que si un hombre puede hacer algo en zapatillas, la mujer deba hacer lo mismo en canicas. O casi.
Y es que las féminas del evento iban prácticamente en bolas. Y no me refiero a las exhibicionistas, digo.., a las que hicieron el baile de exhibición, que efectivamente iban todas en bolas pero por exigencias del guión, supongo, porque para dar tantas vueltas en el aire, una falda larga estorba, y con unas zapatillas de deporte le sacas un ojo a tu compañero.
No, me refiero a las normales. A las que se suponía que iban a aprender, como yo, pero que venían enseñadísimas de casa, con su vestido prieto no, lo siguiente, y sus zapatos del ballet de "Sally O´Neal", que curiosamente, y a pesar de estar nevando fuera, todas habían traído escondidos en sus bolsos¡¡¡
Bueno, para ser justa lo de la pinta es aneccdótico, porque en realidad lo flipante, no era su escasa ropa en una noche invernal como pocas ( que allá ellas con sus constipados) sino la manera de moverse.
Aquello parecía la casa de los currantes de Dirty Dancing, cuando bailaban todos prietos y a la pobre Baby se le caía la baba porque ella también quería apretarse así con Patrick Swayze ( descanse en paz).
A principio pensábamos que cada uno sólo bailaba con su pareja, porque el frote era importante y uno (sobre todo ELLOS) no es de piedra, pero no, resulta que al cabo de un rato se cambiaban y aquello parecía Sodoma y Gomorra!!!!
Y todos y cuando digo todos, digo TODOS, sabían bailar perfectamente aquel frenético ritmo, y sudaban al tiempo, meneaban el culo al tiempo y daban vueltas al tiempo.
Pensábamos que tenían que tener una especie de código para saber cuando tenían que voltear a la derecha, y cuando a la izquierda, y cuando echar la cabeza "patrás" como si la chica se fuera a desmayar y él la salvara de una caída segura.
El "organizator" del evento, que también bailaba estupendamente, y muy, muy apretado, nos dijo que los hombres, cómo no, manejan a las chicas y ellas se dejan llevar, y lo que pase luego es cosa de los asistentes, no del organizador.
Algunas, que debían ser que habían llegado solas, se paseaban por la barra, metiendo tripa y sacando pecho, y como mirando al tendido, hasta que uno se acercaba a ellas y aalaaa, a frotarse!!! y así volvían acompañadas, digo yo.
Lo cierto es que mi hermana, una amiga y yo estábamos aterrorizadas, por si a alguien se le ocurría sacarnos a bailar, ya que creíamos que nos iban a enseñar y aquello parecía más bien un examen de perfeccionamiento, pero como no íbamos adecuadamente vestidas, es decir, como íbamos vestidas, no se nos acercó nadie, gracias a Dios.
La amiga de mi hermana, había traído al santo de su novio, y el pobre estuvo toda la noche agazapado tras una columna porque él si estaba de buen ver (dentro del percal he de decir que de MUY buen ver) y corría serio peligro de verse asediado por alguna de aquellas chicas tan sueltas, además de estar amenazado de muerte por su novia que ni loca le iba a dejar que se arrimara tanto.
Fue una noche interesante, Me hubiera gustado más si hubiera sido para aprender, pero claro, ya no habría sido un evento a tal efecto y con exhibicionistas, digo, bailarines de exhibición, para eso habría que acudir a una academia y empezar de cero, como todo en esta vida.
La verdad es que la salsa hay que sentirla, si no, se nota y queda feo, si no hay química entre los bailarines, queda ortopédico, y la salsa es un baile que viene de una tierra caliente caliente, y hay que bailarla apretado y al frote.
Y es precioso verlo cuando lo hacen bien, y es increíble las acrobacias que hacen, en serio.
Y el que no se vea capaz, y no miro a nadie, pues que se quede con Paquito el Chocolatero, que también tiene su gracia.

                                Con Patrick también me hubiera arrimado yo

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