domingo, 19 de mayo de 2013

Las amistades peligrosas

Tengo un disgusto del diez.
En serio, lo estoy pasando fatal. Ya no sé a qué atenerme, y la inseguridad es aplastante.
No sé si voy a ser capaz de explicarlo bien, pero quizá lo mejor sea contaros qué pasó y así lo entenderéis mejor.
Sucedió hace algunos días.
Salimos a cenar mi marido y yo con algunos amigos.
Cenita, copichuelas, risas....muy bien, la verdad es que nos lo pasamos estupendamente, recordamos viejos tiempos, nos reímos muchísimo....una de esas noches que recuerdas con cariño.
Si no fuera por lo que me sucedió al llegar a casa.
Resulta que me metí en el baño para desmaquillarme y lavarme los dientes, cuando entonces lo vi.
Tenía un trozo de lechuga, del tamaño de Islandia, en el colmillo izquierdo.
¡¡¡¡¡¡!!!!!! sí, esa es la cara que se me quedó a mí.
Porque teniendo en cuenta que eran las cuatro de la mañana, y que aproximadamente terminamos de cenar sobre las doce, llevaba más de cuatro horas con un "paluego" descomunal asomando de forma escandalosa cada vez que abría la boca¡¡¡¡¡¡¡¡
Y según podía recordar en ese momento, entre la consternación y la vergüenza torera, me había estado descojonando a mandíbula batiente toda la noche¡¡¡¡
¿De verdad no había nadie a mi alrededor capaz de avisarme de la cuestión?
No puedo creer eso.
Más bien diría que mis amigos son todos unos auténticos cabronazos, que no me quieren lo más mínimo y que prefieren que vaya haciendo el panoli toda la noche en vez de decirme que llevo la ensalada ilustrada colgando del incisivo.
Porque además recuerdo bien que me encontré con mucha gente a la que hacía tiempo que no veía, desde unas amigas de la infancia, hasta un ex que sigue estando como un tren, y con el que ensayé la mejor de mis sonrisas, que, ahora lo sé, le debió causar una impresión un tanto confusa.
Realmente si hubiera sido ese macizo el que me hubiera puesto al corriente, creo que me hubiera desmayado allí mismo, pero antes de encontrarme con él, mis amigas tuvieron muchísísimas ocasiones para librarme del intruso bucal, y no lo hicieron.
Vamos a ver si puedo llegar a entenderlo.
Yo no soy de las que más comentarios voy haciendo sobre el aspecto físico de mis amigos, porque me da un poco de pudor. Si alguien está especialmente guapo o guapa se lo digo, cómo no, pero si no me gusta mucho no pongo cara de falsa para decirle:
- Estás estupenda¡¡¡¡
Si no es verdad, no me sale.
Otra cosa es si una amiga llega con un corte de pelo horroroso que le queda fatal.
Normalmente no digo nada, pero si me pregunta directamente le diría algo así como:
- ¡Ah! Pues bien. Te queda bien, ¿a tí te gusta?
Y así me lo quito de encima.
Para eso se inventaron las mentiras piadosas. No para librarse de una penitencia del cura, sino porque la caridad cristiana recomienda, que si es posible, no le hagas polvo a la persona diciendo que está horrorosa y que si ha matado a la peluquera.
Algunos hombres, con el tacto de un rinoceronte, dirían algo así como:
- Bueno, ya te crecerá...
Que es lo mismo que decir:
- Estás de culo, pero tranquila, que no es para siempre.
¿¿¿¿????
También es distinto si tu problema es que te ha salido un grano en la punta de la nariz, que parece un alien a punto de abducirte.
Siempre habrá un caritativo, como tu padre o tu suegra, que te digan:
- Vaya grano que te ha salido¡¡¡¡
Como si tú no hubieras estado en casa ante de salir, dos horas intentando disimular el asqueroso grano, hasta con las plastidecor de tus hijos.
Y ciertamente te repatea el hígado que alguien te lo nombre, como si no te hubieras dado cuenta....
Por otro lado, si notas, que, irremediablemente, te están mirando directamente a la nariz, porque es inviable pasarlo por alto, puedes decir:
- jo, me ha salido un granazo y no hay manera de disimularlo.
A lo cual, la caridad cristiana recomienda contestar:
- Ah, ni me había dado cuenta¡¡¡ (mentira piadosa). En dos días ni te acordarás de él.
Por ejemplo. No cuesta nada decir eso y aunque el susodicho afectado por el grano rebelde no se lo crea, por lo menos pensará que sus amigos son super majos y le tienen en alta estima.
No como los míos....
Porque lo del "paluego" no tiene perdón de Dios, ni cristiano, ni de otra índole.
He compartido hasta el tanga, con algunas de las que salieron aquella noche conmigo, y no tuvieron la delicadeza de encontrar el momento (mejor antes de ir a hacer el subnormal con el macizo) para avisarme de que me había llevado el primer plato puesto.
Y mi marido qué. ¿Qué me decís de que mi propio marido, con el que he compartido algo más que el tanga, y que el día de nuestra boda prometió serme fiel en la prosperidad y en la adversidad?
Pues esto era una adversidad con mayúsculas, y una de dos:
O pasó tanto de mí durante toda la noche, que en realidad no se coscó de mi terrible situación, o bien le doy tanto miedo que hizo como que no lo veía con tal de que no tener que darme la mala noticia.
Me inclino más por la primera, porque no puedo creer que pensara que me iba a sentar mal que me advirtiera, y al tiempo me librara, de la vergüenza que hasta hoy llevo sobre mis hombros....

A alguno le parecerá una tontería, pero será que no me conoce o no me ha visto nunca, porque una de las cosas más visibles en mí son los piños, que no son precisamente discretos, y de verdad que una verdura de tres hectáreas saliendo de mi encía es para echarse a llorar y no parar.
Lo cierto es que fui varias veces al baño aquella noche, pero supongo que o no me paré ante el espejo, o no sonreí al verme,o bien no había espejo, porque yo no me di cuenta de nada.
Desde hoy llevaré siempre en el bolso un espejito que me proteja de las ensaladas caprichosas y de las amistades peligrosas, que visto lo visto, no son tan amistades, pero sí muy peligrosas....


Dios mío, me tiemblas las canillas de recordarlo......


Pd: Los personajes y la situación de esta historia son ficticios.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

¿A que creíais que era verdad?
Pues tenedlo en cuenta, por si acaso..........





jueves, 2 de mayo de 2013

Hace dieciséis años

Aquel día hacía viento sur.
Era un día caluroso y el cielo era totalmente azul.
Nuestros amigos habían llegado desde todas partes de España, para el magno acontecimiento, encantados porque era su primera vez, y porque hasta sus propios padres les habían dado permiso para semejante ocasión.
Yo estaba igual de emocionada.
Si miraba al horizonte, sólo veía un mar inmenso, y un futuro de color verde esperanza.
Nada me preocupaba, todo era bonito.
Sabía lo que quería y de la mano de quién iba a lograrlo. Tenía claro porqué quería luchar, con quién iba a hacerlo, y estaba segura de conseguir todo aquello que me propusiera.
La vida nos sonreía, y nosotros a ella.
Y era muy feliz.

Eso fue hace dieciséis años.

Hoy el día está gris, y llueve sin parar.
En el horizonte no hay mas que obstáculos y el camino está lleno de agujeros.
Hemos dado mil vueltas intentando cumplir los sueños, y luchando por los que aún quedan lejos.
Remamos en la orilla, y a veces parece que no avancemos.
Pero sigo igual de emocionada. Sigo sabiendo lo que quiero y de la mano de quién quiero lograrlo.
Sé porqué debo luchar y con quién hacerlo.
Las cosas son algo más complicadas, pero sigo teniendo el apoyo necesario para volver a levantarnos.
Y por eso sigo siendo feliz.
Por más veces que te diga que te quiero, no es menos cierto.
Por más que cada día de mi vida me hayas dicho que me quieres, no es menos intenso.
Gracias por mirarme cada mañana, como si fuera la primera vez, por besarme como si fuera la última, por abrazarme como siempre, por acompañarme, por sostenerme, por animarme....
Cuántas cosas han cambiado en dieciséis años, y cuántas permanecen como antes, como siempre, como las soñamos, como quisimos vivirlas.
Has cumplido hace poco un deseo que nos está haciendo sudar tinta, y que a veces nos mueve el suelo, y nos hace tambalearnos.
Pero estoy segura de que va a hacerse realidad, de que va explotar y lo veremos crecer como la espuma.
Sólo hace falta un poco más de paciencia y lo lograremos.
Ya sé que a veces no soy la alegría de la huerta, que me nublo y me vuelvo gris, como el día de hoy, pero sabes dónde estoy, y que siempre, siempre, siempre, voy a seguir estando ahí.
Me has dado dos razones inmensas para luchar, para sonreír, para trabajar, y por ellos dos lo vamos a conseguir, verás como sí.
Te quiero, tronco, lo sabes, verdad?

Y recuerda, que al final todo saldrá bien,
y si no sale bien es que aún no es el final.
                         
Feliz aniversario...
Cris.