Es curioso, y a la vez muy triste, que casi todo lo que nos apetece hacer, o es un pecado o malo para la salud.
Lo del pecado lo tenemos bastante superado, pero cada vez nos preocupa más lo de la salud, y así no hay manera de darse nunca un homenaje.
Por ejemplo: hay miles de personas a las que les encanta el chocolate. Vale. No digo que nos pongamos tibios a comer tabletas, o bombones, pero yo sin ir más lejos, me tomaría ahora mismo un riquísimo donuts de chocolate.
¡que rico, por favor¡
Qué pasa? Que inmediatamente después de zamparme el donuts empezará una terrible sensación de culpabilidad, por haber caído en la tentación, y pensaré en cómo compensar esta tragedia. De modo que al mediodía sólo me comeré una zanahoria, y a las cuatro de la tarde, cuando la zanahoria esté en el dedo gordo, me moriré de hambre, pero como seguiré sintiéndome culpable sólo tomaré agua hasta las nueve de la noche, en que, desmayada, me zamparé un pedazo de bocadillo que ni Carpanta.
Con lo cual, habré hecho un pan como unas tortas, y el donuts me habrá salido muy caro.
Pero los placeres no siempre tienen que ver con el estómago. Hay muchos más.
Imaginemos que llegamos a casa muertos del trabajo y nos vamos a dar una relajante ducha de media hora con agua super caliente. Es una gozada, verdad?
Pero al cuarto de hora bajo el agua ( si consigues no pensar en la factura del gas) de pronto recordarás ese "cosmoconsejo" que dice que no debemos estar tanto tiempo en la ducha porque se nos deshidrata la piel y vamos a parecer un higo, en la cena de empresa del viernes.
Oh my god¡ Con lo cual salimos como escopetadas de la ducha y empezamos a hacer la lista del exfoliante, el iluminador y el purificador que habremos de comprarnos para contrarrestar los quince minutos de placer bajo el agua. Así que la ducha nos sale carísima ( además de por lo del gas).
Otro placer inigualable al menos para mí, es tomar el sol. Es maravilloso estar tumbado al solecito, con el calor sobre tu cuerpo y descansando la mente. A mí me recarga las pilas. Pero a los veinte minutos empiezas a notar que te quema la cara y comienzas a ponerte nerviosa por si te habrás quemado, o te van a salir arrugas como una pasa, y volvemos a remitirnos a los cosmoconsejos ( de los cojones) y terminamos añadiendo un antimanchas a la lista del exfoliante, purificador e iluminador de antes.
De verdad, no hay derecho, quieren por favor dejar de machacarnos de esa manera?
Así no hay manera de ser feliz¡¡¡
Un día me voy a revelar y me voy a ir a la playa a tomarme un donuts y luego a un Spa a bañarme durante tres horas¡¡¡
También he de decir que se me ocurren otros placeres que no engordan, ni arrugan,,, ( y si son pecado me la suda), pero es que son sólo las diez de la mañana¡¡¡
Tendré que esperar al Fryday Night.
En fin, si no me queda otra......
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