jueves, 2 de mayo de 2013

Hace dieciséis años

Aquel día hacía viento sur.
Era un día caluroso y el cielo era totalmente azul.
Nuestros amigos habían llegado desde todas partes de España, para el magno acontecimiento, encantados porque era su primera vez, y porque hasta sus propios padres les habían dado permiso para semejante ocasión.
Yo estaba igual de emocionada.
Si miraba al horizonte, sólo veía un mar inmenso, y un futuro de color verde esperanza.
Nada me preocupaba, todo era bonito.
Sabía lo que quería y de la mano de quién iba a lograrlo. Tenía claro porqué quería luchar, con quién iba a hacerlo, y estaba segura de conseguir todo aquello que me propusiera.
La vida nos sonreía, y nosotros a ella.
Y era muy feliz.

Eso fue hace dieciséis años.

Hoy el día está gris, y llueve sin parar.
En el horizonte no hay mas que obstáculos y el camino está lleno de agujeros.
Hemos dado mil vueltas intentando cumplir los sueños, y luchando por los que aún quedan lejos.
Remamos en la orilla, y a veces parece que no avancemos.
Pero sigo igual de emocionada. Sigo sabiendo lo que quiero y de la mano de quién quiero lograrlo.
Sé porqué debo luchar y con quién hacerlo.
Las cosas son algo más complicadas, pero sigo teniendo el apoyo necesario para volver a levantarnos.
Y por eso sigo siendo feliz.
Por más veces que te diga que te quiero, no es menos cierto.
Por más que cada día de mi vida me hayas dicho que me quieres, no es menos intenso.
Gracias por mirarme cada mañana, como si fuera la primera vez, por besarme como si fuera la última, por abrazarme como siempre, por acompañarme, por sostenerme, por animarme....
Cuántas cosas han cambiado en dieciséis años, y cuántas permanecen como antes, como siempre, como las soñamos, como quisimos vivirlas.
Has cumplido hace poco un deseo que nos está haciendo sudar tinta, y que a veces nos mueve el suelo, y nos hace tambalearnos.
Pero estoy segura de que va a hacerse realidad, de que va explotar y lo veremos crecer como la espuma.
Sólo hace falta un poco más de paciencia y lo lograremos.
Ya sé que a veces no soy la alegría de la huerta, que me nublo y me vuelvo gris, como el día de hoy, pero sabes dónde estoy, y que siempre, siempre, siempre, voy a seguir estando ahí.
Me has dado dos razones inmensas para luchar, para sonreír, para trabajar, y por ellos dos lo vamos a conseguir, verás como sí.
Te quiero, tronco, lo sabes, verdad?

Y recuerda, que al final todo saldrá bien,
y si no sale bien es que aún no es el final.
                         
Feliz aniversario...
Cris.


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