domingo, 18 de diciembre de 2011

Fun,fun,fun

Hace muchos días que no os doy la coña.
Es que cuando estoy melancólica, por no decir jodidilla, no me apetece escribir y meteros un pestiño del tres, que para eso ya están los periódicos y los documentales de La 2.
Y es que los que me conocen saben que Las Navidades no me gustan mucho.
Para hablar con propiedad yo diría que las odio a muerte.
Además no son dos días y ya está, no, qué va, son mes y medio sin parar de tocar los cojones a diestro y siniestro con el temita, y al que le gusta pues chachi, pero para mí es un sufrimiento espantoso.
Las Navidades comienzan cuando los niños llegan a casa con las circulares de la operación Kilo ( no confundir con la Operación Culo, que es en Mayo-Junio), los niños negritos de África y los enfermos de Oriente Medio.
Y que conste que me parece fenomenal, pero los pobres no sé lo que hacen de Febrero a Octubre, cuando ya no nos acordamos de ellos.
Luego llega esa obsesión asombrosa de llenar todas las tiendas de estupendos dulces, bombones, turrones y demás aliados de las grasas saturadas, con los que tienes que luchar a brazo partido, porque después de llevar desde septiembre, intentando que desaparezcan esos dos kilos que los gintonics del verano llevaban de regalo, no puedes dejar que en un momentito, dos polvorones te los devuelvan tan alegremente.
A mí, particularmente, estas fiestan me producen stress.
Primero llegan tus niños que el disfraz de Castor ( o Pastor, no entendí bien), que les tienes que hacer para la función de Navidad del cole.
De pastor no es tan difícil, porque a fin de cuentas, le pones al pobre niño un borrego de los que traen las chamarras por dentro, unas medias de su padre por fuera del pantalón y una camisa de franela, y ya está.
El niño está hecho un cuadro, pero da el pego.
Pero...¿Y cuando tu niño tiene aspiraciones y quiere ser San José?
Eso es una putada, porque en cualquier tienda encuentras todo tipo de disfraces de Navidad: reno, Elfo, hasta "Armadillo de Navidad" si te pones, pero no hay de San josé.
Igual les parece irreverente, y por eso no los hacen, pero es una faena, porque San José es el prota y no puede ir mal porque va a estar en primera fila y le va a ver todo el mundo.
Así que te vuelves loca para encontrar una túnica adecuada, no muy blanca, para que no parezca el César, ni muy sucia para que no parezca un hippy trasnochado.
¡Ah! y un consejo. Los disfraces con dobladillo para poder bajar el bajo. Porque luego viene el otro hijo, que a los dos años te pide el mismo disfraz y queda fatal un San José tobillero. Por experiencia.
Así que ya me estoy estresando, uffff
Además, a mí me gusta ser previsora y empiezo a pensar en los regalos en Noviembre, y me agobio una barbaridad. No sólo por el dineral que no tengo y que me voy a gastar, sino porque me importa de veras que los destinatarios queden satisfechos y sobre todo sepan que me he esforzado en encontrar algo bonito, y así que sepan que les quiero.
Por eso, cada uno debe hacer los regalos de su familia,y si tu marido le quiere regalar a su madre una licuadora pues es su problema y ya dejarás tú bien claro que lo ha elegido él. Pero si dejas que tu marido le compre el regalo a tu madre, estás perdida, completamente perdida. Si no acierta contigo ni de coña después de quince años de casados...¿ crees en serio que sabrá acercarse, ni remotamente, a lo que a tu madre le gustaría?
Tampoco se puede dejar que ellos no hagan nada, con eso de que al final tu cuñada ( de su parte) recibirá una Epilady, porque entonces nos hemos caído con todo el equipo y tendremos, por los siglos de los siglos que comprar nosotras todo, pero podemos ayudarles un poco y dejarles que ellos se encarguen de los que te importan menos, y si se mosquean porque no les gusta Frank Sinatra en acústico, pues que se jodan.
También me ponen muy nerviosa los típicos amigos invisibles del curro, por ejemplo, que sólo te hacen perder el tiempo miserablemente (además de dinero) y con los que no aciertas ni en broma.
Normalmente te toca alguien que no sabías ni que existía o con el que no tienes absolutamente nada para poder compartir, así que terminas comprándole la típica fondué de chocolate del chino, que nadie usa jamás, pero que nadie tampoco devuelve, o te toca tu jefe, que sabes que existe, pero no con el que no te apetece compartir absolutamente nada, y le compras...igualmente la fondué del chino, porque ya la cabeza no te da para pensar más. Estoy acordándome de que yo tengo dos...eso me da que pensar...aunque también sirven para un refrito.....
Así que llegamos a Enero, agotados de tanto trasnochar, empachados de tanto beber y comer y sin un p. duro. Lo bueno de esto último es que como no tienes ni para hacer la compra en un mes, no puedes comer nada, y así bajas otra vez los kilos de polvorones que te habías agenciado. Y si no, podéis hacer como yo; programar una intervención quirúgica maxilofacial para el nueve de Enero ( no os asustéis, es una muela del juicio, que me está tocando los cojones y creo que me van a abrir en canal desde la ingle para sacarla sin tocar el nervio y no dejarme muda) y como estaré a sopas un mes, recuperaré la figura y la cartera de un plumazo. ¡Cojonudo!
En otro orden de cosas, he de decir que la iluminación de las calles y eso sí me mola. Las lucecitas..los árboles...los hilos musicales con adorables coros cantando villancicos..... El problema es cuando  hay una Ciclogénesis Explosiva en la calle, el viento racheado del norte te cala hasta los huesos, el paragüas lo perdiste en la esquina del metro e intentas entrar en Zara o Mango o en H&M y tienes que empujar como en el metro de Japón para llegar hasta el probador y las dependientas están hasta los huevos y el espíritu navideño hace horas que salió por la puerta porque hacía mucho calor y todo el mundo está de mala leche y es un horrorrrr¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Y también me gustan mucho esas reuniones familiares donde todos estamos muy contentos de vernos y nos decimos lo guapos que estamos y lo felices que somos por juntarnos mientras escuchamos cómo en la cocina nos critican por haber intentado cambiar la cena por la comida porque teníamos que trabajar y no nos daba tiempo a hacer tres mil kilómetros en coche, pero como estamos en el simulacro de amor y paz contestas con un bueno....ya sabéis...el lío con los niños....y por dentro juras que jamás volverán a pillarte en una de esas y que si no fuera por tu educación judeo-cristiana le dirías a tu cuñado que sus dátiles obligatorios son una mierda y que no piensas probar el maldito licor de hiervas¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Pero estoy bien..en serio..me tomo la medicación y como nueva...
Lo cierto es que uno no puede librarse de La Navidad, a no ser que me toque la lotería en cuyo caso me iré a las Bahamas con mis hijos ( a mi marido le dejo con sus padres, para que les dé el Wook y el destornillador eléctrico de mi parte).
Pero como lo de la lotería está chungo, creo que será mejor intentar pasarlo lo mejor posible, porque ya se sabe que:  
                               ¡¡La vida son dos días y uno de ellos es Navidad!!

                                                       
Y me voy a por un polvorón, que ya me da igual todo...para eso tengo a mi máxilo facial de cabecera que es mejor ( y más caro) que el de la Dieta Dunkan.